Cementerio de San
Diego de Quito: lírica del material y sinfonía de un patrimonio funerario
Resumen: En el cementerio conviven diversos estilos artísticos y
constructivos de diferentes épocas. Además representa de manera fiel las
costumbres y tradiciones de la sociedad quiteña. Por estos atributos, en 2002,
fue declarado “Patrimonio Cultural del Estado Ecuatoriano”.
historia
Recién finalizada la etapa de colonización en la ciudad de
Quito, nuevas demandas en servicios básicos y religiosos aparecieron. Un primer
cementerio era apremiante en aquella ciudad en transformación, donde la
existencia de clases sociales y la densidad demográfica eran característica
principal dentro de una sociedad costumbrista y conservadora. Ante esta
exigencia social, se instaló el primer cementerio ubicado en la Iglesia del
Sagrario, sitio que recogió a varios personajes de la ciudad. Fue constituida
en una construcción muy rudimentaria del siglo XVI.
Posterior a su edificación, le siguió la Iglesia de Santo
Domingo, que entregó el mismo servicio funerario. Las tumbas fueron ubicadas en
las gruesas paredes de los corredores de los claustros de ambos santuarios.
A la par que Quito crecía, tanto en lo urbano como en las
necesidades básicas de sus habitantes, el cementerio constituyó un importante
servicio requerido masivamente. Por un lado, las iglesias ya no poseían
suficiente espacio para la gran cantidad de demandantes, mientras que, por
otro, la jerarquización social, política y racial existente, a más de la
manifestación del mestizo como una nueva clase social, hizo que la iglesia
católica tenga en mente nuevos proyectos vinculados con el acoplamiento y
construcción urbano-marginal de los servicios funerarios.
Razones no faltaron para desplazar a las nuevas clases sociales hacia los extramuros de la ciudad, y dar por cumplido con las normas de salubridad que regían en aquella época. Según los historiadores, este sitio se ubica actualmente en el Hospital San Juan de Dios.
Razones no faltaron para desplazar a las nuevas clases sociales hacia los extramuros de la ciudad, y dar por cumplido con las normas de salubridad que regían en aquella época. Según los historiadores, este sitio se ubica actualmente en el Hospital San Juan de Dios.
Dado el tiempo y las exigencias de los habitantes por
ofrecer a sus difuntos una inhumación acorde a lo que determinaba la iglesia
católica, se creó la Hermandad Funeraria, conformada por religiosos dominicos y
franciscanos, grupo que gestionó la creación y apertura del Cementerio de San
Diego en el año de 1872. Este grupo cambió su nombre a Sociedad Funeraria
Nacional, con el que se le conoce actualmente, como resultado de la disolución
ulterior de las dos instituciones religiosas a causa de una mala
administración.
Mausoleo de la familia Bueno
Mausoleo Virgilio y Honorio
Jaramillo (alto relieve, bronce).
Autor y diseño: Luis Mideros.
Autor y diseño: Luis Mideros.
Por varias décadas
el Cementerio de San Diego se ha constituido en un ícono referencial dentro de
la historia de la cuidad de Quito, por lo que en el año 2002 es proclamado
“Patrimonio Cultural del Estado Ecuatoriano”, situación que surgió gracias a la
puesta en valor de los mausoleos que alberga este corto espacio, caracterizado
por una arquitectura de referencias republicanas y obras escultóricas. Fue una
propuesta de arte funerario que acentuó las condiciones sobre las diversas
clases sociales y, principalmente, sobre la evolución de las expresiones
culturales.
Los sistemas constructivos y decorativos
Los mausoleos fueron llamados así en referencia al rey de
Caria, Mausolo, quien mandó erigir una tumba suntuosa hacia el año 353 a.C.,
con ayuda de su esposa la reina Artemisia II. Estas tumbas se consolidaron como
un importante sistema constructivo modelo para monumentos funerarios, que se
aplicaría, dentro de las tendencias estéticas, durante centenares de años.
Mausoleo de la familia
Gangotena Posse y Chiriboga Gangotena.
Por finados, ritos funerarios ancestrales
Los museos y
centros culturales de Quito pondrán en escena, hasta el 2 de noviembre próximo,
la propuesta “Difuntos, el Poder del Adiós”. Como parte de esta programación se
recrearán los ritos funerarios precolombinos, en los museos de sitio Rumipamba
y La Florida.
Este proyecto
cultural busca difundir la riqueza de nuestra cultura, la historia y tradición
en tiempo de difuntos.
Para participar en estos recorridos el valor simbólico es de 2 dólares que incluye: transporte, colada morada y guagua de pan. El cupo es para las 50 primeras personas que se comuniquen al teléfono 2242313.
Este sábado 26 de octubre de 09:00 a 13:00, en el Parque Ecológico y Arqueológico Rumipamba (Mariana de Jesús y Mariscal Sucre), se realizarán los circuitos religiosos-arqueológicos denominados “Ruta Funeraria, Cantos y Lamentos”.
Este circuito iniciará a las 09:00 en la iglesia de la Compañía de Jesús, en el Centro Histórico, y luego de recorrer el templo los ciudadanos que se hayan inscrito serán transportados en un bus al Parque Rumipamba. Ahí se llevará a cabo la recreación de un rito funerario de los primeros pobladores de Quito.
Posteriormente, los asistentes serán conducidos al Museo de Sitio La Florida para escuchar a los ‘Lamenteros’ de Calderón, quienes también ofrecerán un rito funerario.
Rumipamba y sus tumbas
Según varios datos históricos, el actual parque arqueológico Rumipamba fue, hace 1.500 años, un reducto habitacional, un sitio donde se establecieron las viviendas de los antiguos pobladores de Quito. Aquí los entierros se realizaban muy cerca de las propias viviendas y muchas veces debajo de ellas.
La administradora del Parque Rumipamba, Bernarda Icaza, reseña que, para realizar los ritos funerarios se trasportaba al difunto desde un sitio donde se podía ver el Pichincha, montaña sagrada para todas las comunidades que se asentaron en este sector. “Desde este lugar se bajaba al entierro”, señala.
Icaza cuenta también que “en Rumipamba las tumbas eran de forma circular y se enterraba al difunto en posición fetal, envueltos en telas que ellos mismos tejían con lana de llama. Se lo acompañaba con un ajuar funerario compuesto de ollas y vasijas con chicha, granos de maíz y otros productos”. Esto, porque, de acuerdo a la cosmovisión andina, los muertos pasaban a una nueva vida e iban a necesitar esos objetos y alimentos.
También se conoce que, luego de los entierros, se comía alrededor de la tumba, compartiendo así con el difuntito la chicha y la comida.
En La Florida a los muertos se los enterraba sentados
En el sitio donde actualmente está emplazado el Museo de Sitio La Florida, sus habitantes originarios tenían otras costumbres y a los muertos los enterraban sentados en tumbas profundas y con ajuares funerarios muy lujosos. Antes del entierro se realizaban recorridos pomposos con el difunto, en andas de madera y con la participación de mucha gente.
La invitación está abierta a la comunidad para compartir la herencia de estos ritos funerarios ancestrales, de modo que los habitantes de la ciudad conozcan esta interesante parte de nuestra historia e identidad.
Para participar en estos recorridos el valor simbólico es de 2 dólares que incluye: transporte, colada morada y guagua de pan. El cupo es para las 50 primeras personas que se comuniquen al teléfono 2242313.
Este sábado 26 de octubre de 09:00 a 13:00, en el Parque Ecológico y Arqueológico Rumipamba (Mariana de Jesús y Mariscal Sucre), se realizarán los circuitos religiosos-arqueológicos denominados “Ruta Funeraria, Cantos y Lamentos”.
Este circuito iniciará a las 09:00 en la iglesia de la Compañía de Jesús, en el Centro Histórico, y luego de recorrer el templo los ciudadanos que se hayan inscrito serán transportados en un bus al Parque Rumipamba. Ahí se llevará a cabo la recreación de un rito funerario de los primeros pobladores de Quito.
Posteriormente, los asistentes serán conducidos al Museo de Sitio La Florida para escuchar a los ‘Lamenteros’ de Calderón, quienes también ofrecerán un rito funerario.
Rumipamba y sus tumbas
Según varios datos históricos, el actual parque arqueológico Rumipamba fue, hace 1.500 años, un reducto habitacional, un sitio donde se establecieron las viviendas de los antiguos pobladores de Quito. Aquí los entierros se realizaban muy cerca de las propias viviendas y muchas veces debajo de ellas.
La administradora del Parque Rumipamba, Bernarda Icaza, reseña que, para realizar los ritos funerarios se trasportaba al difunto desde un sitio donde se podía ver el Pichincha, montaña sagrada para todas las comunidades que se asentaron en este sector. “Desde este lugar se bajaba al entierro”, señala.
Icaza cuenta también que “en Rumipamba las tumbas eran de forma circular y se enterraba al difunto en posición fetal, envueltos en telas que ellos mismos tejían con lana de llama. Se lo acompañaba con un ajuar funerario compuesto de ollas y vasijas con chicha, granos de maíz y otros productos”. Esto, porque, de acuerdo a la cosmovisión andina, los muertos pasaban a una nueva vida e iban a necesitar esos objetos y alimentos.
También se conoce que, luego de los entierros, se comía alrededor de la tumba, compartiendo así con el difuntito la chicha y la comida.
En La Florida a los muertos se los enterraba sentados
En el sitio donde actualmente está emplazado el Museo de Sitio La Florida, sus habitantes originarios tenían otras costumbres y a los muertos los enterraban sentados en tumbas profundas y con ajuares funerarios muy lujosos. Antes del entierro se realizaban recorridos pomposos con el difunto, en andas de madera y con la participación de mucha gente.
La invitación está abierta a la comunidad para compartir la herencia de estos ritos funerarios ancestrales, de modo que los habitantes de la ciudad conozcan esta interesante parte de nuestra historia e identidad.
Resumen
Cuenta el viaje de Manolo, un joven torero que se debate
entre cumplir con las expectativas de su familia o seguir su corazón y
dedicarse a su verdadera pasión: la música. Antes de escoger el camino que
seguirá, se embarca en una aventura por tres mundos fantásticos donde deberá
hacer frente a sus mayores miedos. Producida por Guillermo del Toro.




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